21 de marzo de 2015

'The Moncho Experience'

Recuerdo cuando no fumaba y me jodía cantidad tragarme el humo de los demás. Luego lo prohibieron y me pasé al enemigo. ¿Por qué? Estupidez, rebeldía, ansiedad, vicio... escojan ustedes. Hace ya 18 años que dimos a luz a un cortometraje que titulamos 'CON DOS COJONES' (El día de los no fumadores) una paja mental como cualquier otra, muy divertida de rodar con los compis del Puerta Bonita en Carabanchel y con los de Burgos los fines de semana. Un homenaje a la radio y los indignaos con voladura final de edificio (con imágenes de archivo de la antigua Campofrío) pero lo que más recuerdo aparte de todos los coleguillas que formaron parte delante o detrás de la cámara, son los créditos finales con esa oda escrita por Moncho Alpuente. ¡Salud compañero!




Siéntate conmigo a contemplar 
la plácida espiral 
del humo que se va.
Ya no volveremos a fumar 
la pipa de la paz.
La guerra empezó ya.

Cantaremos a pleno pulmón, 
como en una excursión, 
el himno fraternal 
de los que no dejamos de fumar,
de la Santa Hermandad. 
¡Ya me ha entrado la tos! 

Hermanos contra hermanos lucharán, 
mas no se apagará 
la brasa en el hogar. 
Y su resplandor no morirá 
porque siempre arderá 
su luz de libertad. 

Si somos una especie en extinción,
¡queremos protección,
queremos subvención!
Y lucharemos contra la opresión 
y la marginación. 
¡Que viva la ignición! 


Cantaremos hasta enronquecer, 
fumar es un placer sensual.
Fumaremos sin desfallecer, 
fumar es un derecho natural.


Hoy la intolerancia se cebó 
con ese fumador 
que nunca molestó 
cuando el renegado protestó 
porque él ya lo dejó 
y se hizo inquisidor.

El tabaco invita a dialogar 
y en la cordialidad 
disuelve la tensión 
y convierte en cenizas el rencor, 
se esfuma el mal humor 
y nace la amistad.


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