Pero de repente un día cuando menos te lo esperas, la ves en mitad de la calle, entre el gentio, en el metro, en la cafetería, o en la parada del bus.
La miras con miedo. La esquivas. Haces que no la has visto. Pero no sirve de nada. Sabes que la historia se volverá a repetir una vez más. No puedes escapar de ella.
Al poco se presenta en tu casa y se instala sin preguntar. Te abraza. Te hace suyo. Y empieza a seducirte. Y poco a poco como ha hecho tantas veces se va apoderando de ti.
Luchar contra ella es estúpido. Es poderosa. Es silenciosa. Es tenaz.
Y notas como te hace suyo. Trabaja tu garganta, tus ojos, tu pecho...
elevando la temperatura hasta convertirte en un pelele a su merced...
y te lleva a la cama, donde te hace perder la razón, donde te lleva a la locura...Y ella sigue. Y sigue. Y sigue. Y sigue. Trabajándote en silencio.
Destrozándote músculos y huesos hasta la congoja.
Mojándolo todo cual diluvio del averno.
Es incansable. Es irritante. Que trancazo. Que tormento.
Y tu allí, en tu lecho, atrapado una vez más...
- ¡Vete, Maldita seas, Vete!, ¡¡Déjame vivir... DÉJAME VIVIR!!!"
Y un día sin avisar, tal y como llegó se va con otro..
Y aunque cambies de domicilio, de amigos, de médico, de habitos, de ciudad... volverá a encontrarte y seducirte como lo ha hecho tantas veces. Así es ella. No tiene piedad.
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